Mi experiencia con la lectura
inició desde muy temprano. Tenía un poco más de 3 años cuando comencé a
preguntarme cómo era que mi mamá entendía el montón de letras que estaban en
los papeles, cómo otros niños un poco más grandes que yo podían ver muchas
letras juntas y decir lo que éstas comunicaban.
Siempre veía a mis amigos y a
mis primos alistarse para ir a estudiar, regresaban cada día con algo nuevo que
aprendían, y yo, con ganas de aprender igual que ellos, le decía a mi mamá que
me enseñara porque ella era maestra.
Cuando caminaba por las calles me
fijaba muchos en los carteles y avisos que por ahí circulaban, pero solamente
podía identificar las vocales que ya había aprendido con mi mamá. Fue entonces, cuando mi mamá decidió
llevarme a la escuela de mi abuela para que me fuera familiarizando con el
ambiente escolar. Todos los días estaba entusiasmada por ir a la escuela a
jugar y aprender. Le decía a la profesora que quería aprender a leer y ante mi
petición ella me ponía un montón de planas, decía que para aprender a leer
primero debía conocer las letras; así que yo muy emocionada hacía mis planitas
pensando que al otro día aprendería a leer.
Pasó un buen tiempo hasta que
pude asociar las vocales con algunas consonantes y fue entonces cuando en la
escuela la profesora comenzó a enseñarme a leer combinaciones y en la casa mi
mamá me ponía a practicar y a aprender más combinaciones; todo esto con la
ayuda de las cartillas ‘‘Nacho lee’’ y ‘‘Coquito’’.
De ahí en adelante, mi proceso de
aprender a leer evolucionó muy rápido porque fue algo que me despertó mucho
entusiasmo y además tenía mucha motivación por parte de mis padres.
En el primer párrafo, me parce, que debes mejorar la puntuación y así, puedas desarrollar mejor las ideas.
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